#ElPerúQueQueremos

Diversión a montones en Lurigancho Discoteque (1)

Publicado: 2009-10-02

Dicen que en el mar la vida es más sabrosa.  Pero si han estado siguiendo las noticias, sabrán que el Lurigancho no tiene mucho que envidiarle.  La entrada y salida de vedettes, las fiestas y la música, etc.  Es claro que el INPE hace rato perdió el control del Lurigancho y de otros penales del país.  Lo que, incluso para ellos, era crónica de una pollada anunciada.  Por lo menos desde el 2007 el INPE viene adelantando a gritos la terrible situación en la que se encuentra ahora.

Como lo repasa la columna del amigo Fritz Du Bois de hoy, el número de internos ha crecido demasiado y el presupuesto del INPE para hacer frente a esto no ha crecido al mismo ritmo.  No hace falta ser un genio para saber que eso acabaría mal.

A mí personalmente el INPE como institución me parece una víctima de las circunstancias.  Por un lado tiene al Poder Judicial que se demora siglos en procesar a la gente, lo que hace que en los penales haya una proporción inmensa de personas que están esperando que los jueces regresen de jugar golf  para procesarlos.  Por el otro tiene a la policía que agarra delincuentes y los mete a todos a los penales.  Finalmente tiene a Poder Ejecutivo que no ha querido subirles el presupuesto.

Ahora, yo siempre me quejo de los que creen que con más plata se soluciona todo.  Y en este caso es parcialmente cierto.  El INPE necesita más plata, pero eso no es todo.  Además tenemos la calidad de la infraestructura, el equipamiento, el mantenimiento y el personal.

Ahora, hay una propuesta con la cual yo tengo sentimientos encontrados.  En algunos países se concesionan las prisiones (que no es lo mismo que privatizar... Al concesionarlas se le paga a un privado para que construya lo que hace falta y quizás se le contrata para que administre la prisión, pero sigue siendo propiedad del Estado).  Esto se hace en el Reino Unido y el Brasil, por ejemplo.  Y ahí se supone que funciona bien.  La propuesta que tiene ProInversión es que se le pague a la empresa que gane la concesión un monto definido por cada interno.  Que podría ser una opción.

Pero por otro lado, esta nota no ha funcionado bien en todos lados.  Recuerdo que cuando daban aún el programa de reportajes de Michael Moore en un canal de cable, el tema de la concesión de las prisiones era bastante analizado por su gente, porque consideraban que había serios conflictos de principios en la manera cómo se hacían.

En todo caso.  Mi recomendación para los que viven junto al Lurigancho: Tengan a la mano el teléfono de la comisaría local.  Si la música está demasiado alta, no duden en llamar, que eventualmente mandarán un patrullero al Lurigancho a decirles que bajen el volumen.  Se supone que a partir de cierta hora uno no puede estar haciendo mucha bulla y despertando a los vecinos.  Habrase visto.


Escrito por

mildemonios

Economista con postgrado en periodismo.


Publicado en

Economía de los mil demonios

No respondas a la pregunta que te hacen, sino a la que deseas que te hayan preguntado