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Acerca de la promoción del cine (7)

Publicado: 2010-09-09

A los que siguen el tema seguramente esto no les será noticia.  Esta semana se anunciaron a los ganadores del concurso Conacine de este año.  Pero junto a este anuncio vino una serie de críticas de los que conforman el jurado.  Por lo que he leído, cuestionan la poca creatividad, que los guiones estuvieran poco trabajados y un desconocimiento del lenguaje cinematográfico, entre otros problemas.

En posts anteriores he insistido en el hecho de que el modelo que aplica el Conacine para promover el cine está errado por varias razones.

Primero, no hay incentivo para ser creativo, precisamente.  O sea, al jurado no le debería sorprender que todos los proyectos se parezcan, si con el pasar de los años han tendido a premiar siempre dos prototipos de películas: La que muestra el sufrimiento del peruano en condiciones deplorables y la que muestra la vida vacía del peruano acomodado.  Pónganse frente al espejo, cierren los ojos, cuenten hasta tres y digan en cinco segundos las primeras diez películas peruanas que se les ocurran y van a ver que todas ellas cuadran en alguna de estas dos categorías.

Entonces, con el pasar de los años los aspirantes a cineastas han adaptado sus proyectos a esos dos prototipos.  Es más, ya no necesitas una historia novedosa detrás.  Lo que importa es que muestre bien deplorable la situación del peruano que sufre o que muestre bien vacía la vida del peruano acomodado.  Lo demás sale sobrando.

De hecho, la teoría económica dice que pasaría exactamente esto.  Pero por supuesto que esto no es excusa para cambiar el modelo.  Se persistirá en esta modalidad.

Segundo, no hay incentivos para crear industria del cine.  Oh, ya sé lo que me van a decir.  Que el cine es un arte y que bla, bla, bla.  Pues si la película no se contrasta contra nada más que el jurado que escoge al proyecto ganador, pasa lo que está pasando: Nadie se esfuerza por hacer algo chévere.  Si fuese como en otros países, en los que el ganador del concurso recibe el financiamiento en calidad de préstamo que debe devolver luego, se cuidará mucho más de presentar proyectos bodrios que nadie va a ir a ver, porque el público hace rato que se cansó de ver siempre lo mismo.

O sea, que los peruanos van cada vez menos a ver películas peruanas a pesar de que van más al cine en general debería ser una señal de alerta de que algo está mal con Conacine (que ya lleva los suficientes años funcionando como para haber reportado resultados).  Pero por supuesto que esto no es excusa para pensar en hacer cambios.  No, fue excusa para meter más plata a una modalidad que no está rindiendo.

Tercero, es que el modelo neoliberal que aplasta la creatividad y todo eso, ¿no? ¿Entonces por qué la industria del teatro en el Perú se ha disparado? ¿Por qué las producciones de teatro en el Perú están jalando cada vez más inversión y son más sofisticadas? Qué, ¿el teatro no es arte? ¿Me van a decir que ha dejado de serlo? ¿Han visto esas escenografías de lujo que se manejan ahora las obras en algunos teatros de Lima? Lo cual no quita que siga habiendo obras pequeñas e independientes.

Eso es porque las obras de teatro se baten en duelo con el monstruo real: El público.  Si una obra es buena, la premia en el mercado y la promociona y la recomienda.  Si es mala, el público decide, no un jurado olímpico superior que decide bajo sus estándares lo que debería ser el teatro en el Perú.

Y el teatro en el Perú no es una operación pichiruchi.  Es un negocio que rinde, igualito como podría rendir el cine si se promocionase bien.  Pero en fin, que esto tampoco sea excusa para reconocer que los peruanos podemos hacer arte de alto vuelo cuando existen los incentivos correctos.

Cuarto, por último, ¿por qué esforzarse por hacer algo de nivel de calidad -que cuesta-, si después mi película no se verá en los cines -que es lo que me reditúa ganancia-, sino en Polvos Azules -por lo que yo no recibiré absolutamente ni un centavo-? El atar la Ley de Cine a una lucha contra la piratería campeante que hay en el Perú tiene mucho sentido para poder promover una industria del cine sostenible.  Pero claro, es una idea demasiado impopular como para que la tome el naciente Ministerio de la Cultura.  Una pena, porque ése es un punto que me parece que no es negociable.  Es lo que se llamaría una "falla del mercado" que impide acceder a inveles óptimos de eficiencia social con respecto al mercado de las películas en el Perú.

Quinto, como no se incorpora un elemento de enseñanza ni de preparación de una nueva generación, es natural que los premios tiendan a ganarlos las mismas personas.  Lo que es peor, estos ganadores tienden a ganar porque ya se saben la fórmula, independientemente de su calidad como cineastas.  Éste es un detalle que debería abordarse de alguna manera y que el modelo de Conacine incentiva sin querer.

Una propuesta que mencioné alguna vez, tomada de un programa de promoción del arte de Suecia, es que cada cineasta pueda acceder a un fondo de Conacine una vez en su vida.  Porque se asume que con eso ya se hizo conocido y ya podría haber hecho prestigio, para que su segunda película ya la financie un fondo privado o alguien más.  Pero ni por ahí el actual modelo incentiva a que el cineasta se esfuerce.  Total, al único al que tiene que convencer es al jurado.  A nadie más.  Ni al público luego, ni a sus compañeros profesionales: Tu película no tiene que hacer dinero en lo más mínimo.  Los críticos igual te van a reventar cohetes por ser heróico cineasta peruano.

O si no, utilizar parte de los millones de dólares que se maneja ahora Conacine y con eso dar becas a cineastas peruanos.  Que se vayan a Nueva York, a Londres, a Japón... Que salgan al mundo a ver lo que se está haciendo allá para aprender y luego venir a aplicar.  O si no, traigan profesores de esos referentes de cine.  Lamentablemente Conacine no incorpora eso tampoco.  Al contrario, es "hacia adentro".  No veo que se premie a proyectos de cine que busquen aplicar en el Perú criterios recogidos del extranjero.

Sexto, todo esto no quita para nada que se reconozca que el cine tiene un objetivo de afirmación de identidad cultural.  Pero ése no puede ser el único criterio.  O sea, no puede ser que gane el proyecto que más reafirma nuestra cultura, que pareciera que es uno de los criterios de mayor relevancia para elegir al ganador.  Eso se puede hacer además incluyendo criterios de novedad y de calidad.  Por ejemplo, ¿por qué nunca ha ganado una película que incorpore criterios de fantasía o de exploración científica? Insisto en que el cine de terror de Ayacucho pudo haber sido correctamente promocionado para que despegue y se establezca como una manera de simbólicamente tratar temas sociales.  Pero no.  Eso con el actual modelo del Conacine pareciera que no es una opción.

Eso es lo que más pena me da, por último.  Que sí hay cineastas peruanos con ideas originales, pero que como no se enmarcan dentro de uno de los dos prototipos que maneja inconscientemente el Conacine, jamás podrán acceder a esos fondos y no podrán despegar.  Pero qué cuero que se ve la Mónica Sánchez de turno de la foto de aquí arribita. ¿Cómo se llama dicen?

¿Importa?


Escrito por

mildemonios

Economista con postgrado en periodismo.


Publicado en

Economía de los mil demonios

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