Mildemonios fue al cine (12)
Hay algo que a mí me revienta de todo el asunto de la crisis internacional... Que varios de los principales responsables de todo el desastre han salido como si las webs. Y es precisamente ese punto el que me incomoda con la nueva película de Oliver Stone.
Wall Street 2 transcurre durante los peores momentos de la crisis financiera. En ese contexto Gordon Gekko (Michael Douglas), que hace meses ha salido de la cárcel por los crímenes que cometió en la primera película, está tratando de amistarse con su hija (Carey Mulligan, a quien todo fan de Doctor Who debería haber reconocido de inmediato) a través su prometido (Shia LaBeouf), quien lo admira.
Ok, esa parte de la película es tierna, es bonita, es amena. Pero.
Todo eso va en paralelo con la épica hazaña del prometido en cuestión, que casualmente también es corredor de bolsa, de conseguir financiamiento para que un genio loco en California construya un generador de energía limpio y eficiente que funciona sobre la base de láseres. En distintos momentos de la película el corredor de bolsa, Jake Moore, se manda monólogos acerca de la importancia de invertir en nuevas formas de generación de energía limpias y verdes. En cierto momento incluso llega a decir que los que invierten en esto son superhéroes y los compara con el Capitán América.
Ya, chévere. Algo inocente para mi gusto. En fin, interesante. Pero.
ADEMÁS hay un rollo económico financiero que es el que me llega. Jake tiene un mentor, Louis Zabel (Frank Langella), que se suicida al comienzo de la película como consecuencia de un descalabro financiero. Jake entonces se la jura a quien, según él, es el culpable del impase, un despiadado capitalista que alguna vez compitió con Gordon Gekko, Bretton James (Josh Brolin). Aquí es que la cosa de complica. Entre Gekko, Jake y Bretton se arma entonces una tensión de idas y venidas, en las que se arman intrigas que por momentos benefician a uno y perjudican a otro, para después cambiar.
En este proceso intentan mostrar, primero, que toda la crisis fue consecuencia de todos al mismo tiempo. O sea, de nadie. Y eso no es cierto. Ok, hubo niveles de responsabilidad, pero la película sugiere que la crisis es tanta culpa del ciudadano común que se dejó llevar por la ola como del capitalista despiadado que movió millones de millones irresponsable de un lado para otro, como del gobierno que de la plata de todos los norteamericanos pagó el rescate financiero de organizaciones financieras que se habían estado llenando los bolsillos con decisiones arriesgadas que después cobraron factura.
Y en el colmo de la fábula, Gekko después de haberse robado los US$100 millones que necesitaba Jake para salvar al mundo con su energía de láser -y causa no solamente cientos de desempleos en la fábrica en construcción en California, sino además la ruina de Jake, del ingeniero que está desarrollando la nueva tecnología y de la relación entre Jake y la hija de Gekko- regresa, los visita, se manda un floro sobre segundas oportunidades y listo. Borrón y cuenta nueva. Lo perdonan y lo invitan a la fiesta de cumpleaños de su hijo.
Pucha, no sé ustedes, pero si alguien me roba US$100 millones y regresa silbando por la calle con las manos en los bolsillos, agárrenme que le rompo un carrito sanguchero en la cabeza. Ah, ¿vienes a devolverme los US$100 millones que me robaste? Lo siento, causa, aplícale intereses del mercado y me pagas la diferencia también, maldito desgraciado.
No, Oliver Stone. Lo siento. ¿En dónde está el director incisivo de Platoon, JFK o Natural Born Killers? ¿Cuánto te pagaron los hedge funds para que los hagas quedar como las víctimas? ¿Y así vas a Venezuela a darle la razón a Hugo Chavez en tu documental South of the Border? Muy poco consistente. A este Oliver Stone le tengo una pregunta: ¿No se suponía que Gordon Gekko era un villano?