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Acerca de la promoción del cine (12): Mitos acerca del debate

Publicado: 2010-12-27

Con temor de que me vuelvan a acusar de estar coludido con las transnacionales a pesar de que las critico o de estar proponiendo que no haya cine nacional a pesar de que textualmente digo que tenemos que preocuparnos para que lo haya, escribiré otro post sobre este asunto.  Pero antes, dense una vuelta por el texto que escribí para SEMANAeconómica.com al respecto la semana pasada.  Y denle especial interés a los comentarios que recibió.

A estas alturas ya debemos comenzar a preocuparnos de que las opiniones se estén polarizando y que este debate se convierta en uno más de los tantos que se tornan binarios (uno-cero), de tal manera que no se pueda llegar a ninguna conclusión.  Aquí algunos puntos al respecto.

Promover cine nacional no implica arremeter contra el cine extranjero, o en términos que todos lo puedan entender, Hollywood.  Ningún país del mundo ha logrado sacar adelante una generación de cineastas a punta de un repudio a Hollywood.  Incluso Francia -que es el único ejemplo que se me ocurre- en todo su rollo anti Estados Unidos fue la cuna de Luc Besson y de Jan Kounen, que hacen us0 de elementos hollywoodenses clásicos para hacer películas propias y con un sabor harto francés.

Ahora, si aceptamos esto, créanselo.  Ahí hay un malentendido que vuelve y vuelve a salir en twitter y en facebook.  En aras de la mayor diversidad (que tiene sentido), se quiere restringir la oferta de películas norteamericanas que ingresan al mercado nacional y así "hacer espacio" para las películas nacionales.  O sea, por la diversidad limitemos la diversidad.  Y así no funciona.  Claro, ya conozco el rollo de que no se va a ver películas nacionales porque todas las salas de los cines están copadas de películas extranjeras... Pero ése no es tanto el caso.  Hablen con el administrador de cualquier cine.  El esfuerzo de poner una película peruana en varias salas arroja ganancias negativas, pues los peruanos no vamos a verlas.  Y eso no tiene que ver con que al costado estén dando una de Hollywood.  Eso tiene que ver con que los cineastas peruanos no están haciendo películas que le interese al público peruano.  Eso se soluciona bien fácilmente y no implica colocar cuotas para que por cada película hollywoodense se proyecte un número fijo de películas peruanas.  Eso sería aceptar que hemos perdido la batalla y que la única manera que tenemos para hacer que los peruanos nos interesemos en películas peruanas es a punta de restricciones legales.

Pedir que el cine nacional sea sostenible no implica proponer que solo se haga cine que dé dinero.  En el twitter un usuario comenzó a insistirme que yo defendía la idea de que solamente debíamos promover el tipo de película que da dinero.  Y eso no es cierto.  Yo lo que vengo diciendo desde el comienzo es que el cine nacional debería ser sostenible por sí solo, sin ayuda del Estado.  O bueno, con ayuda al comienzo, pero que luego debería volar solo.  Y eso no necesariamente implica apoyar solamente lo que dé dinero.

En varias oportunidades en este blog he comentado casos de países que han logrado un sistema que es sostenible.  Esto implica que el dinero para hacer películas que no son taquilleras salga de las ganancias de películas que sí lo son.  En el Reino Unido tienen un genial sistema de este tipo con BBC Films.  En Estados Unidos el mismo sistema de estudios financia películas de autor con el dinero de las taquilleras, por un tema de prestigio.  Es más, cineastas individuales hacen la misma jugada: Wes Craven pactó con un estudio que haría una taquillera -como solo él las sabe hacer- a cambio de que le financien una de autor -como solo él las sabe hacer y que también dan plata... pero menos-.  Si no me creen, vean su filmografía reciente.

Pero para eso tienes que estar dispuesto a entender el mercado, saber lo que le gusta a la gente, bajar de tu torre de cristal de cine perfecto para comenzar a darle al público también lo que le gusta.  Si se fijan en los ejemplos regionales exitosos, todos ellos aprendieron a hacer precisamente eso para poder tener una actividad del cine sostenible.  Solamente nosotros nos resistimos, con los resultados que podemos constatar fácilmente.

Estar en contra de regalar dinero no es estar en contra a dar incentivos o promover o apoyar.  Estar en contra de regalar dinero es estar en contra de regalar dinero.  Dar incentivos, promover o apoyar es dar incentivos, promover o apoyar.  No necesariamente regalar dinero.  En economía regalar dinero sin atarlo a nada, jamás da resultados.  A menos que se trate de un apoyo de emergencia a pobres extremos de subsistencia.  E incluso en ese caso uno tiene que sustentar que ésa es la mejor manera de brindar la ayuda y complementarlo con alguna política para sacarlos de esa situación.

El Conacine como ha estado funcionando hasta ahora es regalar dinero.  No incentiva nada, porque el dinero se da sin condiciones.  Lo que te dice la teoría es que llevará a una situación en la que todos dependen del siguiente premio, porque no estarán en condición de generar sus propios recursos para mantenerse por su cuenta.  Que, caray, qué casualidad, es precisamente lo que ha sucedido.

El objetivo debería ser lo que explico en el punto anterior: Que podamos tener una generación de cineastas sostenibles, no una generación de mendigos.  Sí, ya sé que suena fuerte y que va a ofender.  Pero a eso nos ha llevado Conacine: A una generación de mendigos que necesitan que el presupuesto de Conacine sea cada vez mayor año tras año... ¿Es muy difícil prever a qué nos va a llevar eso? A lo mismo a lo que nos llevaron otras políticas de apoyo sin horizonte a futuro: Al colapso.  Es una política insostenible que no se va a poder seguir mantener en el futuro.

Lo que necesitamos es una política que de alguna manera incentive, promueva o apoye de verdad.  Y eso no es lo mismo que regalar dinero.  En pleno siglo XXI, después de los fracasos del primer gobierno aprista y del gobierno militar esta explicación ya no debería hacer falta.

Criticar la ley de cine o alguno de sus componentes no es atacar a la actividad del cine nacional.  Vamos, vivimos en el Perú post-Fujimori. ¿En serio esas tácticas se supone que van a llevar a algún lado? Aquí tenemos una ley que ha sido aprobada (que me parece mala), que compitió con otro proyecto de ley (que también me parecía malo). ¿No hay una tercer opción? Seguramente lo podría haber habido.  Un proyecto que aborde realmente el fondo del asunto.  Y podría haberlo si presionásemos para que lo haya.  Pero, oh casualidad, nuestra atención está centrada en la repartición de una torta, antes de preocuparnos por saber qué se hará con la torta.

Yo creo que quedó claro que necesitamos cine nacional, el problema es cómo promoverlo.  Y que en el proceso necesitamos promover cine regional, también ha quedado claro.  El asunto es cómo alcanzar ese objetivo. ¿Simplemente regalando dinero? Nah, eso no funciona. ¿Obligando a las salas a pasar películas nacionales? Eso ya lo intentamos en el pasado y tampoco funcionó. ¿Incentivando que se construyan salas de cine simplemente? ¿Cómo así?

Haber perdido la batalla de la ley de cine no implica que no hay alternativas. ¿De cuándo aquí los problemas del país se solucionan con leyes? ¿Es que acaso las actividades en las que el Perú sobresale fueron producto de una ley de promoción? Por ejemplo, la cada vez mayor inversión en obras de teatro cada vez más elaboradas no es producto de ninguna ley.  Por el contrario, es producto de que los políticos no se hayan metido y hayan evitado introducir distorsiones a ese mercado. ¿Acaso Gastón se colgó de una ley de la gastronomía para sacar adelante todo su rollo? Pues, no que yo recuerde.

No, el Estado no la ve porque no la ve.  No podemos esperar mucho más de ellos.  En pleno siglo XXI, en la era post-moderna de los wikileaks y de las ONG, un peruano ya no debería esperar que el Congreso saque una ley de fomento para sacar adelante algo.  Al contrario, deberíamos estar discutiendo qué otras alternativas tenemos.

Yo insisto en que se debería formar un fondo de promoción rotativo, que se nutra con las ganancias de las películas que financia.  Eso ha dado buenos resultados en otros países y no tendría por qué fallar aquí.  Los gobierno regionales deberían formar fondos regionales con algo del dinero que les sobra al fin de año y que no usan porque no presentan proyectos viables al MEF.  Cusco, por ejemplo, que tanto se queja del centralismo de la ley de cine, es una de las regiones que más dinero recibe y que no usa.

Mientras tanto, entretengámonos viendo discutir a los dos extremos de la madeja.  A ver si así reconocemos que ésta es una discusión insoluble y que si queremos sacar adelante al cine nacional tenemos que hacerlo excluyendo al Congreso del proceso.


Escrito por

mildemonios

Economista con postgrado en periodismo.


Publicado en

Economía de los mil demonios

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