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La tres veces coronada villa de virreyes (5): El dilema de los vecinos

Publicado: 2011-01-17

A lo mejor han oído hablar de la teoría de juegos.  Se trata de un proceso lógico matemático por el cual se trata de predecir el comportamiento de las personas cuando su bienestar depende del comportamiento de otro.  Esto se aplica también a lo que una empresa planearía hacer sobre la base de lo que estima la competencia haría.  Pero como la otra, a su vez, también toma las decisiones sobre la base de lo que su competencia haría, que a su vez está estimando el comportamiento de esta empresa, todo se va complicando.  O se va volviendo más interesante de analizar.

En teoría de juegos es importante saber si el "juego" es eterno que se repite constantemente o si tiene un fin definido.  Esto, porque típicamente si ambas partes se ponen de acuerdo, las dos podrán acceder a niveles mayores de beneficio o de bienestar.  Entonces, si es un acuerdo que tengo que renovar eternamente, lo más probable es que lo mantenga.  Pero si sé cuándo se acaba el acuerdo (o el "juego"), las cosas son distintas.

Si yo sé que necesito del acuerdo para obtener constantemente mayore beneficios, pero si por una sola vez puedo sacarle la vuelta al otro para obtener beneficios extraordinarios, lo más probable es que esa última vez que "juguemos", le saque la vuelta al otro.  Total, ya no tengo nada que perder.  Pero el otro sabe esto y la vez anterior a esa que "jueguen", tomará por descontado que la próxima vez él le saque la vuelta, así que se adelanta y le saca la vuelta.  Y así vamos para atrás, hasta que la primera vez que "jueguen", no se pueda llegar a ningún acuerdo.

Esto, en su versión más simple, es llamado "dilema del prisionero".  Y tiene muchísimas aplicaciones.  Por ejemplo, si alguno de ustedes ha visto Batman: The Dark Knight, pudo apreciar un ejemplo genial en la secuencia de los botes.  Aquí lo explico en un post de hace tiempo.

Típicamente el dilema del prisionero se da porque una persona no incorpora en su proceso de decisiones las inconveniencias o costos que le causa a otros, a menos que de alguna manera de intervención se lo hagas sentir.  Esto tiene muchas aplicaciones en la economía ambiental, por ejemplo.  Si nadie interviene, una fábrica o una minera contaminará de lo lindo, porque los costos ambientales que le genera a la sociedad no los paga él solito, sino toda la sociedad.  Entonces tiene que intervenir el gobierno para clavarle impuestos y otras gracias para que le duela contaminar.  Aunque claro, si eres minera ilegal en Madre de Dios, en donde la informalidad te ampara pagarás un cuerno.  Precisamente porque no estás interiorizando los costos que le causas al medio ambiente y a las comunidades de la zona.

Pues bien, este mismo razonamiento es el que quemó por completo a Masías, nuestro saliente alcalde de Miraflores.  Si se dan cuenta, a todas las atrocidades que ha cometido en su mandato le ha echado la culpa a "los vecinos de Miraflores".  Que los skaters que vienen de otros distritos a malear el lugar.  Y por presión de *los vecinos de Miraflores* tuvo que restringir su ingreso.  Que los artistas urbanos vienen a interrumpir el paso por las aceras y te malean el barrio.  Y por presión de *los vecinos de Miraflores* los tuvo que botar.  Que los gatitos.  Que la Feria del Libro... Cualquiera podría llegar a decir que *los vecinos de Miraflores* son una banda de villanos.

(Y me llega, porque yo soy Miraflorino -lo que implicaría que soy enemigo del pueblo, según Eliane- y a mí me encantan los artistas de la calle y desde que estaba en el colegio celebraba que hubiera gatitos caletas en el Parque Kennedy.)

Pero aquí va el detalle.  La *banda de los vecinos de Miraflores* se opone a estas cosas porque solamente están evaluando los costos, no los beneficios.  O sea, es chévere que un distrito tenga artistas en sus parques amenizando.  Es bacán que los skaters tengan un lugar en dónde concentrarse y practicar sus piruetas.  Pero eso no lo ven los miembros de la banda.  Ellos solo ven los costos: las molestias que les causa, la bulla, etc.

Eso mismo pasa a otros muchos niveles.  Y a veces es difícil reconocerlo.  Y por eso gobernar sobre la base de las peticiones puntuales de los gobernados no suele dar buenos resultados.  Si no, pregúntenle al amigo Masías.


Escrito por

mildemonios

Economista con postgrado en periodismo.


Publicado en

Economía de los mil demonios

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