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La verdad es una sola (9): La regulación de la prensa

Publicado: 2011-06-27

La semana pasada varios de nosotros hemos seguido de cerca el conflicto en Puno.  Algunos más de cerca que otros, por supuesto.  Y resulta bastante curioso que en un fin de semana hasta cuatro columnistas le dediquen espacio en su medio impreso a una carta enviada por Martha Giraldo (a quien yo no conocía hasta el viernes pasado): Mirko Lauer, Augusto Álvarez Rodrich y Santiago Pedraglio en La República y Aldo Mariátegui en Correo.  Y cosa curiosa, mientras que los tres de La República la identifican como ex-dirigente de izquierda, el de Correo la identifica como empresaria hotelera.  Y estoy seguro que ninguno está mintiendo, pero el cambio de esas pequeñas palabras le permite a cada uno interpretar la carta como mejor le parece.  Mientras que los tres de La República le dan un tono de preocupación, Aldo Mariátegui le da un enfoque completamente distinto, el cual queda claro en el título de su columna: "Traguen su propia medicina".

Por si acaso, La Mula ha colgado la carta entera, la cual es algo larguita, pero harto interesante.  Aunque, claro, si la lees pensando que es una ex-dirigente de izquierda, la interpretas de una manera.  Si la lees pensando que es una empresaria, seguro que ni bola le darás.

Pues bien, ¿está mal que cada periódico le dé el enfoque que quiera a un dato concreto común? Es una pregunta algo truculenta.  Como me dijo Luis Jaime Cisneros H. (de Agence France-Presse e Ipys), lo mejor que le puede pasar a un medio es que tenga línea editorial.  O sea, que decida y opine con respecto a lo que está sucediendo en el país.  No obstante, lo peor que puede pasarle -al mismo tiempo- es que se sesgue tanto que reporte las noticias de cierta manera para manipular a sus lectores.

O sea.  El problema no es que el medio opine, sino qué información deja fuera y no la comunica.  El problema no es que un medio defina su posición con respecto a temas, sino cuánto espacio le da a las noticias que le interesa y cuánto a las que no le interesa.  El problema no es que el editor sea un conocido defensor u opositor de tales asuntos, sino los adjetivos que incluyen para adornar una noticia y llevarla por el lado que le interesa.

Oh, yo sé lo que estás pensando.  Que El Comercio malvado y que el Correo es satánico.  Eso es seguramente porque no has leído por completo la carta de la Martha Giraldo en cuestión.  Aquí te reproduzco un párrafo en especial (las negritas son mías):

En Puno, tanto en el campo como en la ciudad, entre aymaras, quechuas y mestizos, la circulación de rumores y afirmaciones alejadas de la verdad es increíblemente profusa, ni la típica chismografía limeña se puede comparar y sólo para que se hagan una idea, unas cuantas perlas: “todo el agua es propiedad privada de García Pérez, que la vende al mejor postor y que es socio de las empresas qu compran” “el lago Titikaka está vendido a los chilenos” “los hoteles Libertador son propiedad de Fujimori y sus socios chilenos” “Casa Andina, cadena chilena” “Suasi ha sido vendida a los chilenos” “desde Suasi se bombea agua al norte de Chile” “las empresas mineras pagaron canon sólo en la época de Toledo” “García para incentivar la inversión extranjera, ha exonerado de impuestos, canon, regalías, a todas las empresas extranjeras” “ todo el Perú está concesionado y vendido para la explotación minera” “las empresas mineras llegan de golpe y porrazo a tomar posesión de las tierras de los campesinos, y los comuneros súbitamente se enteran que no son más dueños de ellas” “los canadienses de Santa Ana, nunca realizaron la consulta previa y no lograron la licencia social” “Arasi es de chilenos” “Minsur no paga canon porque son amigos de Jiménez Sardón y Garrido Lecca” y hasta el infinito. En este contexto ¿qué papel juegan los diversos medios de comunicación? La radio es el medio al que acceden todos, sea en el campo y las ciudades. Existe  infinidad de emisoras locales que en muchos de sus programas, en quechua y aymara (especialmente) difunden como “noticias” decenas de afirmaciones similares o más alucinadas que las arriba consignadas; los programas de TV dan cabida a dirigentes, líderes, profesionales que sin ningún rigor ni objetividad dan por ciertas dicha  afirmaciones y elucubran análisis y teorías de despojo, venta, saqueo, entreguismo de parte de empresarios y funcionarios. Hace 25 años, conversando sobre este tema, me propuse por salud mental y tranquilidad espiritual no escuchar estas emisoras, pero, desde que vine a Suasi no puedo evitarlas, porque quienes colaboran conmigo, las tienen encendidas de mañana a noche, por ello es que conozco los contenidos y los mensajes y no me sorprende el resultado e impacto que han grabado en el alma , los corazones y pensamientos de miles de profesionales, comerciantes, contrabandistas, narcotraficantes, etc, etc,

En contra a lo que algunos de los que me dejan comentarios en este blog creen, he pasado parte de mi vida en provincia.  Y no solamente en una, sino en varias.  Y puedo dar fe de lo que se asegura en esta carta.  Las radios locales en provincia son todo un tema.  Y al Comercio le podemos criticar de todo y muchas de esas críticas seguramente serán correctas (yo, por ejemplo, hace años que lo dejé de usar como fuente de información y solamente leo sus columnas y sus datos crudos como las encuestas).  Pero, ¿qué hacemos con respecto a estos otros medios que básicamente hacen lo que quieren y difunden noticias falsas?

La propuesta de regulación de medios que puso sobre el tapete el amigo presidente electo levantó la preocupación de muchos.  Y esto no es tampoco gratuito.  En la historia de la humanidad, los dictadores siempre necesitan tumbarse a la prensa para poder perdurar y difundir su propia propaganda sin problemas.  Sin importar si eres de izquierda o de derecha, es una necesidad para poder mantener a la población engañada.  Desde Hitler hasta Stalin.

Además es una preocupación válida porque aquí a la vuelta tenemos un ejemplo que obtuvo pésimos resultados: Argentina.  Un ejemplo que se vuelve más relevante si consideramos que nuestro presidente electo estuvo hace poco reunido con la mente maestra detrás de la jugada: Cristina Fernández (quien en sus ratos libres es presidenta de Argentina).  Claro, al gobierno le es fácil mandar a la gente en pleno contra el Clarín, el cual se expuso de manera bastante poco inteligente.  Eso lleva a que la mayoría de los argentinos esté completamente convencida de que hay que regular ese monopolio perjudicial al interés de la población:

Cuando las cadenas de televisión en América Latina comienzan a reclamar por la libertad de prensa, están en realidad reclamando por la libertad de seguir lucrando y emitiendo "su mensaje", bastante alejado de los intereses de los pueblos.

O sea, la libertad de prensa deja de ser un valor.

En todo caso, por supuesto que hay dos enfoques a este asunto. Primero, ¿lo que nos debería interesar es quién es dueño del medio? Porque si se trata del asunto de la propiedad, buena suerte metiéndote con el grupo empresarial que es El Comercio.  O con La República o con Epensa.  Y es que hay un detalle que a muchos que opinan sobre este asunto se olvidan: Para tomar el control de un medio (de tal manera que controles el enfoque que le den a las noticias) no necesitas comprártelo entero.  Solamente necesitas apoderarte del 50% + un poquito de la propiedad.  En el caso de que se trate de una sociedad anónima, de la mitad más uno de las acciones.  Chequeen, por ejemplo, este gráfico de hace unos años (cuya fuente original he tratado de ubicar, pero no he podido... Es que está reproducido en demasiados blogs):

Esta estructura de propiedades ya no es válida hoy en día (de hecho, algunas de las empresas mostradas ya no existen).  Pero, ¿ven el problema? Algo similar pasa con los medios en Estados Unidos.  Meterte con uno no es meterte con uno.  Es meterte con una maraña de medios que te pueden hacer la vida bastante complicada.

Entonces, ¿por qué en Venezuela funcionó? Como lo explica Cisneros en el video de aquí arribita, porque los medios venezolanos fueron incompetentes.  No estaban sintonizados con la población y cuando Chávez se puso populista fue fácil poner a la gente en contra de los medios.  De hecho, hoy en día pueden publicar lo que quieran y tendrán un impacto bastante limitado.  No es como una bomba mediática de Caretas o de Peru 21.  Solamente piensen en esto: ¿Quién fue el que puso todo el asunto de la Pensión 65 sobre el tapete? Esa cuestión en especial le quitó un montón de votos a OH y no fue casualidad que estuviera en las portadas por tanto tiempo.  Así que no piensen que los medios en Perú se dejarán controlar sin dar la pelea que en Venezuela no dieron.

Ahora, ¿darle de alma a la Pensión 65 por tanto tiempo está mal? Yo por lo menos no lo creo.  El medio que lo impulsó hasta el cansancio no estaba mintiendo.  Estaba insistiendo en un tema que le “preocupaba”.  Por lo menos no estaba mintiendo.

No como las radios locales de las que estamos hablando, que por supuesto no son todas.  Hace unos años tenía un trabajo por el cual tenía que ir a las periferias de Lima bastante y me ganaba con estaciones de radio bastante humildes y de área de acción bastante limitado, pero con muy buenas intenciones.  El tema aquí es cómo controlamos a los medios que le mienten a la población.  O si debemos controlarlo, en todo caso.

Segundo, ¿se puede regular el contenido (opuesto a regular la propiedad)? Eso es lo que intenta hacer, por ejemplo, el Consejo de la Prensa Peruana.  Pero no han sido muy efectivos que digamos.  En el sentido en el que son un caso de autorregulación, es difícil que con esta clase de iniciativas lleguemos a estas radios que le preocupan a Martha Giraldo.  Ninguna de éstas va a afiliarse al Consejo de la Prensa jamás.  Así que si queremos meternos con su contenido, tiene que ser desde el Estado y con una ley de regulación.

Estoy seguro que los que incluyeron el rollo de la regulación de los medios en la plataforma de OH tenían buenas intenciones y no estaba pensando en estas radios locales.  El problema es que es una herramienta demasiado poderosa.  Como decía arriba, todo dictador necesita bajarse a la prensa de alguna manera para poderse perpetuar en el poder.  Entonces, los que ofrecieron estar vigilantes con el siguiente gobierno deberían estar bastante atentos a ese tema.  Y esto me lleva al último punto.

¿Qué hacemos con internet? Los dos enfoques anteriores no se aplican.  Un blog no es de nadie (o es de todos, en todo caso).  Y el que genera el contenido puede ser anónimo, firmar con un seudónimo o estar inalcanzable a la ley peruana escribiendo desde otro país.  La única manera de regular a los blogs, en mi opinión, es desde el lado de la demanda.  O sea, de los lectores.  Que seamos más exigentes y que reconozcamos cuando nos están queriendo meter un cuento.  Que si apoyaron a un candidato durante las elecciones, después respondan cuando el candidato resulta ser pura espuma.  Que si dicen que los transgénicos matan, que muestren sus fuentes.  Que seamos más exigentes y que no nos traguemos cualquier cuento.  Empecemos por ahí.


Escrito por

mildemonios

Economista con postgrado en periodismo.


Publicado en

Economía de los mil demonios

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