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Aventuras de un freelance (14): Pobrecitos los deterministas

Publicado: 2012-03-13

La Real Academia de la Lengua Española ofrece la siguiente definición para la palabra "determinismo":

1. m. Teoría que supone que la evolución de los fenómenos naturales está completamente determinada por las condiciones iniciales.

2. m. Fil. Sistema filosófico que subordina las determinaciones de la voluntad humana a la voluntad divina.

3. m. Fil. Sistema que admite la influencia irresistible de los motivos.

Yo me voy a referir a la tercera definición.  Cuando hable de "deterministas" en este post, me voy a referir a aquellos que creen que algo está irresistiblemente pre definido según una serie de motivos iniciales.

En economía ser determinista es fatal, porque las cosas en realidad no se pueden predecir con total certeza.  Después de todo, como siempre insisto, la economía es una ciencia y como tal está sujeta a las reglas del método científico.  Esto lleva a que nada en el campo de la economía sea total y completamente seguro.  Se trata más bien de postulados probabilísticos. ¿Que la cantidad demandada crecerá si bajo el precio? Sí, es lo más probable.  Pero no es completamente seguro.

Lamentablemente muchos economistas terminan ejerciendo otra cosa y se olvidan de que no hay que ser determinista.  Por ejemplo, los que terminan de gerentes.  Y es que en la cultura gerencial hay unos ejemplos de determinismo que ya son casos de estudio.

Solo para arrojar un hueso, ¿han oído el rollo de que si pintas una oficina de tal o cual color, incentivas ciertas reacciones en tus trabajadores? Bueno, eso es teoría.  O sea, si pintas la oficina de azul lo más probable es que promuevas mayor creatividad en tus trabajadores.  Pero no necesariamente.  Es lo más probable.  Siempre tienes que tomar en cuenta la posibilidad de que no tenga ese efecto, sino algún otro que querías evitar.  Por ejemplo, digamos, ¿qué pasa si un político se agarra el azul, así como el fujimorismo se agarró el anaranjado o Susana Villarán el verde? Entonces hay un efecto adicional que tienes que considerar.

A mí me encanta contar el caso de una oficina a la que le hacía trabajos hace varios años y que tenía dos áreas bien definidas.  Una tenía entregas diarias y la otra tenía entregas mensuales.  Esto hacía que los ciclos de trabajo fuesen completamente distintos.  Pero al gerente se le metió a la cabeza la idea de que se incrementa la eficiencia si todo es compartido, porque así se fomenta la horizontalidad y eso a su vez fomenta la eficiencia.  Y pucha, quizás sea lo más probable, pero no necesariamente eso es lo que va a pasar.  No obstante, cuando la gente se lo trató de discutir, él respondió con otra piedra angular del determinismo gerencial: Todo cambio siempre tiene resistencia.  Ergo, no tenía sentido discutirle nada, porque en su cabeza ya todo estaba resuelto.  Y los que lo discutían estaban siguiendo el comportamiento deterministicamente predefinido.

Partía del supuesto de que tenía la razón, cuando debía partir del supuesto de que lo más probable es que tuviese la razón.  En su mundo, si discutías el cambio era porque eras averso al cambio.  No cabía la opción de que lo discutieras porque se estuviese equivocando, que fue efectivamente el caso: Como había dos grupos con ciclos distintos, compartir los recursos -como por ejemplo, los practicantes- resultaba complicado e inviable cuando los deadlines se cruzaban, tornando el ambiente laboral hostil en esos momentos, lo que a su vez perjudicaba el ambiente laboral el resto del tiempo.

Lo peor de los gerentes deterministas es que nunca aprenden la lección, porque como todo ya está pre definido desde el comienzo, si las cosas no funcionan como lo previeron inicialmente, encontrarán alguna explicación cualquiera para entender por qué las cosas no salieron como lo había planeado.  En vez de cuestionar los supuestos de su plan.

Pero en fin.  Al final del mes, ellos son los que firman el cheque, así que uno no se puede pelear feo con ellos.

(Dibujito de arriba: http://davidwyatt.posterous.com/)


Escrito por

mildemonios

Economista con postgrado en periodismo.


Publicado en

Economía de los mil demonios

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