#ElPerúQueQueremos

Acerca de la promoción del cine (24): El verdadero problema de fondo

Publicado: 2012-12-06

Gracias al blog de Ricardo Bedoya me enteré de este buen artículo de Rodrigo Núñez Carvallo (peruano de quien hace un tiempo comenté una publicación, por lo cual me gané enemistad de algunos intolerantes en Facebook, que resultaron ser sus haters).  Al comienzo me llamó la atención que Ricardo Bedoya, alguien que defiende el proteccionismo al cine peruano, difundiera un artículo tan crítico de la industria que él pretende obligarnos a ver (recuerden que una de las propuestas del proyectos de ley que defiende -y está en todo su derecho de hacerlo- es imponer una cuota de pantalla de 20%... O sea, que una de cada cinco películas que pasen en los cines sea peruana obligatoriamente... Detente un instante a meditar sobre lo que eso significa).  Pero luego entendí de qué se trataba el asunto.

Núñez Carvallo, al igual que yo, sostiene que la actual generación de cineastas que tenemos en el Perú, por una serie de razones, se ha desconectado de lo que el público quiere.  Y que eso explicaría por qué vamos tan poco a ver películas peruanas con las cuales no tenemos empatía (más allá de la explicación conspiracional que da lugar a ese proyecto de ley que tanto critico).  Que una fórmula que funcionó muy bien en su momento no se ha renovado y que eso sería lo que habría que atacar.  O sea, Núñez Carvallo propone que el problema está del lado de la oferta: Que son ellos los que tienen que acercarse a nosotros.  Eso, por supuesto, es chamba.  Por eso los que están del lado de la oferta responden con un "mejor obliguémoslos a ver lo que producimos, no más".

A un rollo tan sincero como el de Núñez Carvallo, por supuesto, no podía demorar la respuesta agresiva.  Básicamente como cuando se me fueron encima por criticar la ley de cine que Ricardo Bedoya defiende (y está en todo su derecho de hacerlo).  La lógica es básicamente ésta: Todo ya está decidido y pensado y concluído.  Y si te opones a esa línea de pensamiento, estás obviamente coludido con grandes intereses internacionales.  No hay otra explicación.  Ni por asomo una voluntad de diálogo o de discusión para tratar de solucionar un problema que nos afecta a todos.  Ni qué decir de una pizca de autocrítica.

Y eso que yo, a diferencia de otros, postulo que el cine nacional sí debe recibir fondos del Estado. Pero que esto debe hacerse con otro modelo al usado actualmente, el cual simplemente no está dando los resultados que uno desearía.

En ese sentido, me resultó bastante interesante este excelente artículo en el portal Blawyer.  El abogado Antonio Rodriguez Lobatón cuestiona que el proyecto de ley que Ricardo Bedoya defiende (y está en todo su derecho de hacerlo) añore una época en la que la protección al cine nacional era total y que éste recibía una serie de beneficios extraordinarios, bajo la excusa de que se estaba construyendo una industria.  Como si eso fuese lo que se tiene que volver a hacer, algo que la teoría económica no recomienda (porque genera incentivos a no hacer el trabajo bien).  Lo que me gustó de este artículo es que presenta evidencia de que ese planteamiento no sirvió para nada: Se produjeron mucho menos películas que cuando no había los beneficios extraordinarios que ahora se pretende reponer.  Pero por encima de eso: En ese periodo no se generó industria alguna.

Concuerdo con Rodríguez Lobatón en que el enfoque no debe ser confrontacional al cine extranjero (a cierto tipo de cine extranjero, por supuesto), sino el de entender las tendencias actuales para valerse de eso y promover un nuevo tipo de cine peruano, uno que, sin llegar a la palomillada, haga empatía con una nueva generación de peruanos que tienen otros intereses y otros problemas.

Pero nuevamente, eso es mucha chamba.  Mejor obliguemos, no más, a todos a ver algo que ya vimos.  Total, a lo mejor esta vez sí pasamos la ley por el Congreso.

(Dibujito de arriba: http://enriquefernandez0.blogspot.com)


Escrito por

mildemonios

Economista con postgrado en periodismo.


Publicado en

Economía de los mil demonios

No respondas a la pregunta que te hacen, sino a la que deseas que te hayan preguntado