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La comunidad del blog (10)

Publicado: 2010-09-13

Las noticias políticas de hoy sinceramente me aburren, así que retomo esta interesante discusión.  Para el que no lo sabe, el caricaturista supremo Carlos Tovar tiene esta iniciativa del Manifiesto del Siglo XXI.  Básicamente lo que postula es que debido a los adelantos tecnológicos recientes, lo que lleva a mejoras en la eficiencia, la gente puede hacer más en menos tiempo, lo que -y estoy simplificando el argumento, si lo quieren completo leánlo en su blog, lo cual recomiendo- a su vez debería de haber llevado a que la gente trabaje menos al día.  Según él, ni más ni menos que cuatro horas.  A esto yo escribí un comentario.  A esto él escribió una respuesta.  Y esto yo escribí una respuesta a su respuesta.  Y a esto él escribió una respuesta a la respuesta de la respuesta.  A esto yo ya no respondí porque no tuve tiempo (y porque tenía miedo de que esto se convirtiese en un sketch de Monty Phyton).  Pero a ver qué podemos hacer.

Empezaré diciendo que me encantaría leer sus dos publicaciones mencionadas (además del clásico Carlín es una rata, que según todos mis amigos es insuperable, pero no he tenido la suerte de leer).  El fin de semana he tratado de comprarlos, pero no los he encontrado.  Si me indica en dónde hay copias o -mejor aún- me regala ejemplares autografiados, me comprometo a leerlos y comentarlos.  Mientras tanto, lo que nos queda es seguir la discusión sobre la base de lo que se está diciendo en ambos blogs (éste y el del Manifiesto del siglo XXI).

Ahora vayamos punto por punto. 

Primero, yo dudo mucho que lo que hemos ganado en productividad en los últimos 100 años gracias a los adelantos de la tecnología y a los avances en eficiencia sean justo justito la mitad, como para que ahora la jornada sea de cuatro horas en vez de ocho.  También dudo que sea justo justito lo que se ha perdido en eficiencia social porque ahora una familia tenga que gastar más para poder vivir decentemente (que era el argumento central de mi post anterior).  Y ahí reside el problema básico de soltar un referente aparentemente arbitrario como cuatro horas para la jornada laboral del siglo XXI.

¿Por qué cuatro horas? Eso también se pregunta el amigo @elmorsa en un comentario a mi post anterior.  El jornal de ocho horas tenía un largo origen que era fácil de defender, si es que uno se quería tomar esa molestia.  Pero el de cuatro horas suena arbitrario.  Sería útil saber de dónde sale.

Segundo, me parece que tiene que quedar claro lo que estamos discutiendo. ¿Estamos hablando de que un trabajador deba ganar lo que produce o lo que necesita para vivir dignamente? Porque me parece que por momentos eso se confunde.  En la economía de libre mercado moderna se plantea que un trabajador debe ganar lo que produce y que eso debería ser más de lo que necesita para vivir dignamente.  Si es menos de eso se te pone la etiqueta de "pobre" o de "pobre extremo" y se supone que el Estado debe intervenir para ayudarte y sacarte de esa situación.  Algo así es la lógica.

En ese sentido, la discusión sobre los trabajadores me parecía que era cuánto deberían ganar sobre la base de lo que producen, que dicho sea de paso es el postulado de Marx inicial y lo que lo preocupa y lo lleva a generar toda la teoría del valor que luego Carlín comenta.

Si vamos a discutir cuánto deberían ganar para vivir dignamente, ésa sería una discusión completamente distinta.  Y corta, dicho sea de paso.  El INEI calcula eso cada cierto tiempo.  Se llama canasta básica.  La última es del del 2009.  Y ok, el amigo Farid la critica por un asunto estadístico.  Y en fin, podría ser, pero ése es otro rollo que sería técnico total y completamente libre de ideología.  O debería serlo, en todo caso.

Tercero, lo que el amigo Carlín menciona en su respuesta acerca de una porción de riqueza que genera el trabajador y que el capitalista se agarra tiene nombre y llamémoslo por él.  Se refiere al concepto marxista de la plusvalía.  Y aquí la cosa se va a poner pesada.

Este rollo suele ser bastante eficiente para mover a la gente.  No obstante, la verdad es que teóricamente fue duramente criticada y de hecho el mismo Marx aceptó en el tercer volumen de El Capital que había contradicciones entre lo que concluía a través de esta teoría y lo que él observaba en la realidad.  Los más efectivos en cuestionar todo este rollo son la gente de la Escuela austriaca.

Al rollo de la plusvalía se le hace muchas críticas y las dos que más me gustan son las siguientes.  Por un lado, este rollo no incorpora el hecho de que el capitalista al invertir en un proyecto empresarial está arriesgando plata.  Claro, puede que haga mucho dinero y eso genera esa plusvalía que menciona Marx.  O puede que lo pierda todo.  En el caso que haya una sequía y el capitalista lo pierda todo... ¿El trabajador va a chambear gratis para él por un tiempo para que recupere el capital inicial? Definitivamente no.  Así que para que el rollo de la plusvalía funcione, hay que incorporar la valoración de ese capital incluyendo el riesgo a futuro.  Y eso es complicado.  Hay gente que estudia varias maestrías una detrás de otra para aprender a hacerlo.  Y dependiendo de una serie de supuestos salen resultados distintos.  Así que prácticamente imposible usarlo como criterio para definir el salario o la reducción del jornal de trabajo.  Porque tengan en cuenta que cuando uno valora a futuro en realidad está comparando lo que va a hacer contrastado con otra opción que se está dejando pasar (costo de oportunidad).  Y dependiendo de cuál es la otra opción tomada los resultados también pueden variar.

Por otro lado, como lo acepta el mismo Marx y lo constata la escuela austriaca luego y el mismo amigo Carlín lo comenta, la mejor manera de producir y de generar constantes cambios positivos en la tecnología es través de lo comúnmente llamado sistema capitalista.  Y es que no solamente se trata de horas de trabajador sumado a dinero de capitalista.  También está la tecnología que se aplica, que hay que saberla aplicar.  Ese know-how típicamente viene del lado del capitalista, que es el que invierte en acceder a la información y en instalar equipos cada vez más modernos.  Claro, a veces este incremento en eficiencia viene por el lado del trabajador...

...y a eso se le llama incremento en la productividad laboral.  Y por ello el trabajador gana más.  Eso lo pueden constatar fácilmente en una empresa constructora formal: El obrero que se capacita y va a cursos y talleres y etc, etc, va accediendo a trabajos más complejos y por ello gana más.  Quien creo que mejor resume esta filosofía es el empresario constructor Leopoldo Scheelje, cuando dijo (y estoy parafraseando): "Yo no sé por qué tanto piden estabilidad laboral, si yo nunca he despedido a nadie... ¡siempre se me van después de que los he capacitado!".

Claro, él invertía en capacitar a sus trabajadores para que sean más productivos.  Y venía la empresa del costado y le ofrecía un sueldo superior a ese trabajador capacitado.  Éste se iba a trabajar para la competencia y Scheelje tenía que ponerse a capacitar a otro.  Con su plata.

Sé que éste no es el caso común.  Pero ilustra por qué el rollo de la plusvalía no se aplica a esta discusión.  O no creo que se aplique, en todo caso.  O si queremos aplicarlo, habría que salvar estos cuestionamientos.


Escrito por

mildemonios

Economista con postgrado en periodismo.


Publicado en

Economía de los mil demonios

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