Pues bien, el fin de semana pasado fue el Congreso Nacional de Escritores de Fantasía y Ciencia Ficción, promocionado en buena medida por Elton Honores.  La cita fue en la Casa de la Literatura.  Como ya había contado antes, a mí me invitaron a participar de una mesa el sábado en la tarde.  Con respecto a la experiencia de este eveneto -como participante y como asistente-, algunos comentarios.

Primero, qué paja está la Casa de la Literatura Peruana.  Primera vez que iba y quedé sorprendido de lo bonita que está.  No es propiamente dicho una biblioteca.  Tampoco un centro de convenciones.  Es más bien un espacio en el que se promueve la literatura peruana, como bien lo dice su nombre.  Si no la conocen, dense una vuelta, porque les ha quedado bien chévere.

Segundo, cuando yo era chiquillo me daba mucha pena que en el Perú los géneros de la fantasía y la ciencia ficción estén tan venidos a menos.  Yo tenía la impresión de que no había autores nacionales que cultivaban esos géneros.  Sin embargo, desde que publiqué El heraldo en el muelle comencé a darme cuenta de que esa impresión que tenía de chiquillo era total y completamente incorrecta.  Que más bien lo que sucedía era que los círculos convencionales de crítica literaria tenían tachados a estos géneros y que por eso el público no se enteraba de su existencia.  Pero con internet eso ha cambiado.  Ahora tenemos a Daniel Salvo que promociona como loco a los escritores de ciencia ficción en el Perú en su blog Ciencia Ficción y en su columna de El Peruano.  O a Emilio Camacho que está entrevistando a autores de fantasía peruanos para su blog Cuervo sobre palas.

Y si bien esto me parece paja porque yo mismo soy uno de esos autores que jamás habría sido mencionado en los medios convencionales hace diez años, pero que ahora sí tengo esperanza de ser reseñado en uno de estos medios virtuales, me encanta porque tiene un componente de rebeldía que me parece genial. ¿Ah, cómo? ¿Que no quieres reconoce la existencia de toda una movida cultural nacional? Pues me vale, en internet tengo una alternativa.

Tercero, me gusta que comienzan a haber lugares comunes.  Miren, por ejemplo, un extracto de la participación de Pedro Félix Novoa acerca de cómo fue que se inició en la publicación.  No en la escritura, sino en la publicación.

Y si ven su página web, en su sección premios podrán apreciar que se tomó en serio el asunto.  Comparen esto con lo que cuenta Carlos D. Freyre, autor de El fantasmocopio, que habló en una mesa el día anterior acerca de las experiencias en las que se basó para escribir su novela.

¿No les parece que hay algo que se repite? Y estos dos patas hablaron en dos días distintos y ni sé si se habrán cruzado.

O si no, comparen lo que dice Alexis Ipárraguirre acerca del origen de la onda fantástica en el Perú en el siguiente video...

...con lo que dijo Julio Meza el día anterior.

Hay lugares comunes.  Y eso es chévere, porque puede ayudar a generar una comunidad, una mancha más sólida.

Cuarto, ese día me compré suficientes libros como para leer medio año.  Ya iré comentando lo que voy leyendo.  Pero más paja es que casi todos los libros que me compré ese día los tengo autografiados por sus autores, que estaban ahí.  Que yo sé que no estamos hablando de grandes nombres o celebridades, pero no me importa... precisamente por lo que decía al comienzo.  Algunos de estos escritores son excelentes y si no se les reconoce o se les descubre es porque aún hay un claro sesgo en el mercado de la edición literaria en este país y porque los típicos críticos literarios reconocidos no le entran a este género a menos que se trate de un autor que ya es conocido por algo más.

Pero en fin.  Fue una experiencia bacán y ojalá se repita.