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Perú país minero, dicen (10): Otro efecto no previsto de la minería

Publicado: 2011-09-15

Hoy escribo desde la Convención Minera, también conocida como Perumin 30.  Sobre el tema principal de este evento no voy a decir nada aquí.  Para eso vayan al artículo que escribí para SEMANAeconomica.com.  O en su defecto, chequeen algunas de las entrevistas que hice durante los primeros días.  De especial interés, creo, es la de la cabeza de la delegacion china. ¿Por qué? Por el chongo.  Y tomen nota en los últimos segundos del raje que se manda sobre la visa peruana. 

Pero no, aquí me voy a referir a otro tema.  Uno que me atrevería a decir que es el segundo más comentado y discutido en estos días en Arequipa.  No, no es el nuevo gravamen minero.  No, tampoco es la marcha anti-minera convocada por Aduviri.  Es un asunto que sorprendentemente está en la boca de todos -y créanme, cuando digo todos, es todos-, pero en la pluma de nadie.  Es realmente impresionante cómo algo puede en la boca de todos, pero en la pluma de nadie.  No he visto que ninguno de los asistentes a este evento haya escrito de esto.  Es curioso que nadie se aventura a dejar registro de lo conversado.

Me refiero, por supuesto, al fenómeno de las anfitrionas del Perumin.

Formalmente en el Perumin hay dos asuntos que están funcionando en paralelo: las charlas y los stands.  Lo que sale en la cobertura de los medios es mayormente (y aquí esa palabra sospecho que está bien aplicada) lo que se está discutiendo en las charlas.  Los stands son menos cubiertos por la prensa.  Y deberían, porque son miles (en papel son más de 1,500).  Cada uno de los cuales está instalado por alguna empresa u organziación que sintió la necesidad de dejar en claro que existe ante la comunidad minera peruana.  En su mayoría son proveedores que ofrecen algún bien o servicio a las empresas mineras y que están aquí para hacerse conocidas o para promocionarse. 

Y todos y cada uno de esos stands tiene por lo menos una anfitriona.  Por anfitrina me refiero a una modelo que han contratado para que esté ahí parada y básicamente nada más.  Mucho más que eso tampoco le puedes pedir.  No porque sea hueca o porque crea que Confucio inventó la confusión (aunque lo contrario tampoco es necesariamente cierto), sino porque éste es un evento especializado.  No es como la CADE, que es un evento para empresarios en general.  No es como las charlas que suceden unos cuatros metros más allá, que están orientadas a público en general con interés por la temática minera.  No, no vas a acercarte al stand número 636, que distribuye equipo y herramientas para la reparación de neumáticos (no, no venden neumáticos, sino las herramientas para arreglarlos), a menos que tengas un conocimientos básico de cómo funciona el neumático y el tipo de herramientas que ofrecen (lo que es yo, hasta ayer creía que los neumáticos crecían en los árboles).  Saber cómo se llaman esas herramientas ya te pone a años luz del común de los mortales, ni qué decir de la modelito que consiguieron para que se pare ahí al costado.

Insisto: Todos hablan de alguna u otra manera de las anfitrionas.  Y es que no se imaginan.  Hacia donde uno voltea en el Perumin se cruza con una.  En cierto sentido, como lo comentaba un periodista que ha venido a cubrir el evento, es lógico.  La minería es una actividad realizada en su mayoría por hombres.  Lo siento, lo es.  Si eso está bien o mal, eso sí supongo que está abierto a discusión y ahí tienen un terreno que conquistar las feministas.  Pero basta una revisión veloz de los que asisten a la convención para que esten de acuerdo conmigo.  En su mayoría, los involucrados en la minería tienden a ser hombres.  No es total, por supuesto.  Pero tiene su predominancia.  Y si quieres jalar la atención de un profesional masculino de entre 40 y 60 años, la forma más sencilla es usando modelitos.

Lo interesante aquí es que esto forma una tercera capa de realidad por encima de las dos ya existentes que mencionaba, lo que abre todo un campo a la investigación antropológica para aquel que esté interesado en hacerlo.  Cuestiono, por ejemplo, que ser anfitriona en este evento sea un trabajo fácil.  De hecho, según me contaron, las anfitrionas contratadas en Arequipa están ganando entre 150 y 200 dólares al día (las que han traído de Lima están ganando mucho más), lo que constituye un sueldo realmente bajo para la tarea de estar parada todo el día en taco alto y pasando el frío que pasan por estar con esos trapitos que las hacen usar.  Además, tienen que memorizar sus líneas y saber de lo que se trata el stand. (Por supuesto que no todas, pero en fin.  Si alguna universidad me financia hago un estudio estadístico a profundidad al respecto).

Y si crees que estar en tacos todo el día parado es algo que pasa piola, deberías ver las caras con las que se retiran a las 6 pm, cuando se cierran los stands, y salen por la puerta principal en sayonaras y con los tacos en una bolsa de plástico en la mano.

Ahora, con un amigo economista estuvimos constatando cómo el mercado de las anfitrionas curiosamente no cumple con las reglas clásicas de la economía.  Por ejemplo, las leyes de oferta y demanda se cumplen con varias restricciones.  A mayor oferta no se reduce el precio.  Por el contrario, pareciera que se aplica un fenómeno de economía de la aglomeración (como en Gamarra): se genera un efecto por el cual el precio se incrementa.  Además, pareciera que no hay punto de saturación, en el sentido en el que no entra una modelo más en ese evento, pero aún así verlas hacinando los pasillos de los stanbs no cansa a nadie.  Si estuviésemos hablando de otro producto, hace rato que la gente se habría hastiado.

En fin, todo un campo de exploración científica a ser cubierto.  Por cierto, ¿se han dado cuenta de que me mandé un post sobre modelos sin una sola foto de una modelo? Eso para el que ayer me cuestionó que sería posible de hacer.  Servido, causa.


Escrito por

mildemonios

Economista con postgrado en periodismo.


Publicado en

Economía de los mil demonios

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