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Conversando se entiende la gente (3): Te retan por las puras

Publicado: 2012-02-16

Todo comenzó cuando llegó a mis manos el proyecto de ley que pretendía colocar un impuesto a los turistas que vienen de ciertos países, los cuales nos cobran por pedir visa (Impuesto de Reciprocidad).  Hay varias razones por las cuales esta propuesta no tiene sentido, entre las que sobresalen:

1. La idea de sancionar a los turistas por algo que decidió su gobierno no termina de convencer. Como si los polacos fuesen una sola entidad y porque hincas a uno, la colectividad polaca reaccionará entendiendo el error de sus decisión de cobrarnos visa.  En la práctica, ¿por qué le plantaríamos un impuesto a los que vienen de Costa Rica, pero no a los de Nicaragua? ¿Por una decisión arbitraria tomada por su gobierno? Eso es algo que tiene que solucionar nuestro ministerio de relaciones exteriores país por país, reuniéndose con representantes de esos gobiernos para negociar la eliminación de los cobros de las visas a peruanos.  Clavando este Impuesto de Reciprocidad no se soluciona nada.

2. La propuesta parte de razones extra-económicas y no considera los costos que generará.  De hecho, como es costumbre en esta clase de proyectos de ley mal planteados, en la sección de análisis de costo beneficio, aventuran a decir que no generará costo alguno, lo cual hasta un estudiante de economía de primer ciclo puede reconocer como falso.  Para poder afirmar que no habrá costo, hace falta hacer un análisis de elasticidades, algo que no se puede ver en ninguna parte en el documento, ni en las entrevistas que han dado los promotores de esta iniciativa.

En todo caso, en este artículo que colgué en Semana Económica, criticaba la falta de base microeconómica de éste y de otro impuesto propuesto.  En la parte en la que me refiero al Impuesto de Reciprocidad hago los dos cuestionamientos y que me parece que por lo menos tienen sentido como preocupaciones.

Al rato el amigo Javier Diez Canseco suelta en internet esta carta, en donde pide que se le permita hacer su descargo, algo que se cumple de inmediato.  Ahí él da información que seguramente es bastante útil a gente vinculada al sector turismo, pero que no responden a los dos cuestionamientos que presento al inicio de este post.  Por ejemplo, que un turista japonés promedio gaste X no indica que dejaría de gastar Y si el precio del producto se incrementa en Z.  De hecho, en un párrafo responde al asunto de las elasticidades, preguntando por qué el pasaje a Machu Picchu está tan caro.  Esto me lleva a pensar que no entiende lo que son las elasticidades y por qué son importante conocerlas en una discusión como ésta.  También menciona lo que según él captaríamos del cobro del dichoso Impuesto de Reciprocidad, sobre la base de que el aumento en el costo no generaría ninguna disminución de la demanda.  Lo que, nuevamente, evidencia que simplemente no sabe lo que es la variación de la cantidad demandada sobre la base de un cambio en el precio.  Algo que se suele enseñar en primer ciclo de la carrera de economía.

En todo caso, como su carta no está dirigida a mí, no fui yo el que respondió a su rollo.  Ahí se insiste en las razones por las que pareciera que el Impuesto de Reciprocidad no es buena idea.  Pero a eso ya no responde.  Ni las gracias da por colgar su descargo.

Pues bien, luego en Twitter chequeo que el amigo Javier Diez Canseco escribe para retar en general a una discusión sobre los límites a la propiedad de tierras, algo que yo como si las webs, porque es un tema que también me parece que no tiene ni pies ni cabeza.  Pero, ¿cuál es el sentido de empezar una nueva discusión cuando la anterior quedó inconclusa? Además, ¿cuál es el sentido de discutir algo que se decidió nuevamente sin base económica o técnica, sino sobre la base de preocupaciones políticas?

De hecho, bonita forma que tienen de llamar a discutir un tema que luego se aplicará así, no más.  Y luego, se olvidan del llamado a la discusión.

(Dibujito de arriba: http://aaronpocock.files.wordpress.com y dibujito del medio: http://nicholaskole.blogspot.com/)


Escrito por

mildemonios

Economista con postgrado en periodismo.


Publicado en

Economía de los mil demonios

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