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Acerca de la promoción del cine (17): Las ventanas de oportunidad

Publicado: 2012-03-27

Ricardo Bedoya le ha dedicado un par de posts de su blog Páginas del Diario de Satán al debate del proyecto de la nueva ley de cine.  En uno de estos menciona mi post de la vez pasada sobre ese mismo tema.  Chévere que se comience a discutir este asunto.  Pero en otro post más reciente creo que se equivoca completamente.  En ese texto, Bedoya defiende la idea de imponer una cuota de pantalla para obligar a las salas de cine a exhibir películas peruanas, diciendo que hoy en día ya hay una especie de cuota, en la medida en la que las salas de exhibición nacionales están obligadas a mostrar películas que vienen de Estados Unidos en ciertos momentos del año.  Que un cineasta peruano no puede ni soñar con pasar su película en abril, mayo, junio, julio o agosto, porque para entonces desde ahorita ya está programado que se pasará Los Vengadores, Men in Black 3, etc.

El maestro Bedoya se equivoca en dos sentidos.  Primero, ¿de cuándo aquí planear con un año de anticipación está mal? Al contrario, es deseable, porque así se puede planificar bien y complementar títulos, de tal manera que puedas buscar el equilibrio que necesitas entre cine comercial y el otro cine y así poder mantener una fórmula sostenible.  Pero el segundo punto es más importante.

Segundo, a esto no se le llama cuota, se le llama ciclo de mercado.  Y todos los malditos empresarios del mundo están sometidos a él.  A lo largo de la historia de la humanidad, los empresarios de todos los países del planeta han tendido a aprender que les conviene adaptarse a esos ciclos y aprovecharlos para crecer y quizás luego retarlos, que invertir recursos y esfuerzos en hacer lobby para que el Estado imponga barreras comerciales a esos ciclos o para que el Estado obligue a una población a consumir su producto.  O tantas otras opciones anacrónicas que hay.

Y ése es precisamente el meollo del asunto.  Ése es el punto de quiebre.  Cuando los cineastas nacionales aprendan el significado de la expresión "ventana de oportunidad", el cine nacional podrá comenzar a convertirse en una industria de verdad, sostenible y rentable, una actividad que no dependa de ayuditas por parte del papá Estado.  Por lo pronto, mientras vean estas fuerzas como algo malvado y conspiranóico y que fallen en reconocer que hay algo llamado demanda y hay algo llamado oferta y hay algo llamado mercado, no vamos a llegar a ningún lado.  Oh, lo siento, ¿muy economista para ti? Lo siento, el problema aquí es económico.  Nadie está discutiendo la calidad de nuestros artistas o la profundidad de su mensaje.  Lo que la industria nacional de cine necesita son productores que entiendan cómo funciona el mercado.

Lamentablemente los cineastas nacionales no tendrán por qué aprender nada de esto, si el Estado los protege con medidas ochenteras. ¿Para qué aprender a aprovechar los ciclos del mercado y usarlos a tu favor, si papá Estado puede obligar a la población a ir a ver mi película? Lo siento, hay un error de planteamiento ahí.

Nuevamente: No se trata de no hacer nada.  De hecho, el Estado tiene que intervenir, eso me queda claro.  Pero no de esta manera.  Tiene que intervenir con políticas de capacitación, con formación de capital humano más valioso.  Pero por encima de todo: Cualquier ayuda que se otorgue tiene que estar condicionada a algo.  Digo, si es que quieren fingir que esto es una versión mejorada de lo que ya se probó hace un par de décadas.

Si aún tienen dudas con respecto a la confusión del maestro Ricardo Bedoya, piensen en el boom del espárrago peruano.  Si los esparragueros peruanos se hubieran puesto en el plan de llamar a las ventanas de oportunidad de exportación a Estados Unidos "imposiciones imperialistas de los lobbies agroindustriales norteamericanos" o qué sé yo, jamás habrían reconocido que en ese momento la oferta cae, la demanda se mantiene y el precio sube y se genera una oportunidad para hacer negocio.  Lo mismo con los exportadores de pisco, con los exportadores de café, etc, etc.  Básicamente con todos los productos peruanos con valor agregado que están teniendo éxito.

Entonces, me dice el maestro Bedoya que en cinco meses al año los cines del Perú se copan con las películas que llegan de la temporada alta norteamericana.  En fin, ni modo.  Pero, ¿qué el año no tiene doce meses? ¿Qué lo otros países de América Latina no tienen la misma circunstancia? Pero no.  Supongo que aceptar eso es más difícil que acusar de todo una conspiración mundial y orquestada y malévola.  En pleno siglo XXI.

(Dibujito de arriba: http://elcuy.wordpress.com)


Escrito por

mildemonios

Economista con postgrado en periodismo.


Publicado en

Economía de los mil demonios

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