Empresas estatales otra vez (3): PDVSA y Petroperú sitting in a tree
En economía hay mucha causalidad. Por ejemplo, si subo los precios, ENTONCES me compran menos. O si no, si le bajo el sueldo a mis trabajadores, ENTONCES estos se esforzarán menos. En economía pública eso a veces es más difícil de reconocer, pero hay algunas relaciones que la ciencia económica ya ha reconocido. Por ejemplo, si imprimo dinero inorgánicamente, ENTONCES voy a generar inflación. O si no, si subo el dólar, ENTONCES las empresas van a exportar más. Por eso a veces los economistas pueden mandarse a hacer algunas proyecciones con respecto a cosas que si se hacen van a perjudicar al país. Por supuesto que estas predicciones no siempre son cómodas o políticamente correctas y lo más fácil es responder que tú qué sabes o que no seas pesimista, confía en mí, yo sé lo que estoy haciendo, siempre corriéndose al debate.
En ese sentido, que el actual gobierno decidiera que Petroperú tenga más presencia en la economía y que vuelva a querer integrarse verticalmente dedicándose nuevamente a la exploración y a la explotación se sabía que era una pésima idea por una serie de razones. Las excusas que se dieron de que no había nada de qué temer, porque la empresa estatal buscaría cotizar en la bolsa y que cumpliría estándares de calidad superiores (ofrecimientos que hasta ahora no se cumplen) quedaron en eso, excusas. Y ahora comienzan a evidenciarse las consecuencias de una mala decisión. Si a una empresa estatal le das libertad para intervenir en el mercado sin los controles propios de una empresa privada, ENTONCES tomará decisiones que no son eficientes.
Y aquí lo tenemos. A los genios de Petroperú se les ha ocurrido asociarse no con la brasilera Petrobras, que es un ejemplo comúnmente usado para demostrar que las empresas públicas son eficientes. Tampoco con la chilena Codelco, que puede tener críticas de gestión, pero por lo menos es una empresa efectiva. No, los genios de Petroperú han cerrado una asociación con la única empresa pública en América Latina que opera en el sector hidrocarburos y de la cual el mundo no tiene ninguna duda de que es una empresa ineficiente e ineficaz: PDVSA. Maestros.
Siendo una empresa pública que opera con dinero de todos los peruanos, una decisión como ésta debería de haber sido más transparente. Pero claro, como es una empresa pública que está fuera de los sistemas de control del Estado (gracias, gobiernos anteriores que buscaban tener a Petroperú como caja chica, para lo cual necesitaban que su gestión no sea transparente), se sale con este trato con PDVSA y ahora ya no se puede hacer nada, sino lamentarse. Obvio. Si a una empresa pública no la supervisas exhaustivamente, ENTONCES tomará decisiones sospechosas altamente suspicaces. Y si a una empresa pública se le maneja con criterios ideológicos políticos, ENTONCES tomará decisiones ineficientes que una empresa privada jamás habría tomado. Conclusión: Se pierde el dinero de los peruanos. Dinero que podríamos estar usando en programas sociales, en más obras de infraestructura, etc.
Petroperú no solamente se ha buscado al peor socio posible, sino además de la peor manera posible: No hubo concurso público de por medio, no ha habido negociación pública previa, no ha habido transparencia en el proceso, no se sabe concretamente qué es lo que van a hacer juntos, etc. Si se revisa el memorando que publicó Petroperú, está lleno de ambigüedades. Incluso Herrera Descalzi (que no es precisamente un ferviente defensor del sector privado) lo ha criticado como demasiado genérico.
Lo peor es que pareciera que ésta no es sino la primera de una larga lista de pésimas decisiones con predecibles pésimos resultados. En este comentario del IPE podrán ver lo que se cocina para el 2012 y las razones por las cuales hay que temer lo peor en este frente. ¿Cómo? ¿Que hay que tener fe? ¿Que no hay que ser pesimista por las puras? No, lo siento. Hay causalidades que ya se conocen y hay fórmulas que en el Perú ya hemos probado con pésimos resultados. Y esto de las empresas públicas ya lo hemos visto. No solo eso, sino que es un fenómeno largamente estudiado en el mundo. Como lo menciona el IPE, economistas como Buchanan, Coase o Becker han estudiado las razones por las cuales las aventuras empresariales del Estado tienden a arrojar problemas para la economía y por qué casi nunca son recomendables. Pero en fin, supongo que esto es lo que pasa cuando las decisiones económicas de un país las toman ideólogos que no son economistas o que no han leído a estos premios nóbeles y prefieren huir al debate.
Como lo pone Juan Sheput, que tampoco es precisamente un representante de la ultra derecha peruana, no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y en este asunto hay harto para ver.
Después de todo, cuando hablamos de PDVSA, estamos hablando de una empresa pública que, bajo el paraguas de un gobierno que tampoco es precisamente un ejemplo de eficiencia, tiene constantemente conflictos con otras empresas internacionales. Por ejemplo, recientemente por fin se ha solucionado un impase que tuvo con Exxon con el compromiso de PDVSA de pagar US$255 millones. Si te asocias con una empresa que evidencia malos tratos con otras empresas, ENTONCES no te sorprendas cuando te haga el avión a ti luego.
Estamos hablando de una empresa pública que está identificada como uno de los focos de corrupción de un gobierno que, a su vez, está identificado como uno de los más corruptos de América Latina. Si te asocias con una empresa con historia de corrupción, ENTONCES no te sorprendas luego cuando tú mismo no puedas justificar movimientos de dinero.
O sea, una pésima decisión por donde se vea.
(Dibujito de arriba: http://meliaparsloe.blogspot.com/)